CALILA e DIMNA
Calila e Dimna es una colección de
cuentos orientales traducidos al castellano antiguo que data del año 1251
probablemente mandada a traducir por Alfonso X.
Esta obra traduce fielmente el texto
árabe del Kalila wa-Dimna, que a su vez es la traducción que el iraní Ibn
Al-Muqaffa hizo al árabe del texto en el siglo VIII (de donde se difundió por
toda Europa), y éste por su parte procede del Panchatantra hindú (hacia el año
300 d. C.) En el año 570 fue traducida al pahlavi (o persa literario) y pocos
años más tarde al sirio.
Forma parte de aquellos libros de
educación de príncipes mediante el motivo oriental de las preguntas y
respuestas entre el rey y un filósofo, que da paso a cuentos ejemplares o “exempla”
contados y protagonizados por animales: un buey, un león y dos zorros/lobos
llamados «Calila» y «Dimna», que son quienes cuentan un mayor número de
cuentos, en muchas ocasiones imbricados unos en otros en la llamada «estructura
de muñecas rusas» (o de relatos enmarcados).
Los monos y la luciérnaga
Dicen que una banda de monos vivían en
un bosque. Una noche fría, lluviosa y huracanada, los monos fueron en busca de
fuego, sin conseguirlo. En el camino vieron a una luciérnaga que volaba cual
chispa de fuego, y la creyeron una brasa. Después de atraparla juntaron leña y
se la echaron encima, comenzando a soplar con sus bocas, en la creencia de hacer
fuego y poder calentarse. Cerca del lugar de la escena había un ave que desde
un árbol miraba a los monos y observaba su imbecilidad, diciéndoles:
No perdáis el tiempo, señores: lo que
tenéis bajo la leña no es una brasa de fuego, sino una luciérnaga voladora.
Los simios no creyeron, ni caso
hicieron de la advertencia, pero el ave al ver la testarudez de aquellos
animales, bajó del árbol y resolvió acercarse a ellos para disuadirlos de su
error; cuando un hombre pasó en ese momento y, al enterarse de la intención del
ave, le dijo:
- "No pretendas enderezar lo que
jamás se pondrá derecho, pues la piedra dura e irrompible no se prueba con el
filo de las espadas, y el gajo que no se dobla no sirve para arcos. Te aconsejo
que no pierdas el tiempo con esos monos".
Mas el ave desoyó los consejos del
hombre y se acercó a los simios para demostrarles que lo que tenían debajo de
la leña no era fuego, sino una luciérnaga. Una vez entre ellos, y molestados
por la impertinencia del ave, un mono de malas pulgas echó mano sobre ella y la
tiró contra el suelo, matándola.
El
mono y la tortuga
Érase una vez un mono que vivía encima
de una higuera cargada de frutos, en frente a un estanque de agua. Un día
estaba el mono comiendo higos y cayó uno de ellos al agua, debido a lo cual
escuchó el ruido de su caída: ¡buuuum!, y se formaron anillos en el agua que
rápidamente crecieron y desaparecieron. El mono se asombró por el sonido y el
brillo de los anillos y empezó a comer frutos y a lanzar otros al agua para
escuchar y mirar esta preciosa visión.
Por casualidad, por el lugar había una
tortuga que había empezado a comerse los higos que había lanzado el mono y que
pensó que el mono había lanzado los frutos a propósito. Así, con el pasar de
los días surgió entre ellos dos una bonita amistad. La tortuga no apareció por
su casa por un tiempo y pasó la mayor parte de sus horas con su amigo el mono.
Su esposa, afligida por la inquietud y
molesta por esta larga ausencia, fue a su vecina a quejarse de la desaparición
de su esposo y a informarla de la amistad que le vinculaba con el mono. Después
de que la vecina pensara largamente, le dijo a la tortuguita:
––Tienes que fingir estar mala este
día y, cuando llegue tu esposo por la tarde, decirle que el médico te ha
recetado corazón de mono; si no lo comes, morirás.
Por la tarde, cuando regresó la
tortuga a casa, su mujer aparentó su enfermedad y le dijo lo que le había
aconsejado su vecina, y la tortuga respondió:
–– ¿Y de dónde sacamos un corazón de
mono?
Y le dijo la tortuguita:
–– Para ti, un amigo de los monos,
será fácil matarlos y traerme su corazón.
Y dijo la tortuga:
––Ciertamente, esto es una traición y
una deslealtad para con la amistad y los amigos… ¿Y cómo lo haré?
Y le respondió la tortuguita:
––Yo sé que tú no me amas y no te
preocupa que muera, y que quieres más al mono que a mí.
Y empezó a llorar insistentemente. La
tortuga, pobre de sí, se entristeció y empezó a pensar profundamente y con
desconcierto sobre los dos asuntos: el sacrificio de su esposa o el de su
amigo. Y después de un largo silencio le dijo a su esposa:
––No tengo más que invitar al mono a
nuestra casa y lo mataremos para tomar su corazón. Te lo comes y así te
curarás.
Al siguiente día fue la tortuga a su
amigo el mono y lo invitó a tomar el almuerzo en su casa, y el mono le
respondió diciendo:
––Que tú, tortuga amiga mía, resides
en una isla en medio del agua y yo no sé nadar, ¿cómo iré a tú casa?
Y dijo la tortuga:
––Yo te transportaré sobre mi
caparazón.
El mono accedió, bajó de su árbol y
montó sobre el caparazón de la tortuga, y cuando ambos llegaron al medio del
agua la tortuga se detuvo y le sobrevino la inquietud, así que el mono le dijo:
–– ¿Por qué te detuviste, amigo mío?
Y le respondió la tortuga diciendo:
––Quiero que conozcas bien la verdad: ciertamente
mi mujer está enferma y el médico le ha recetado corazón de mono, y no
conocemos a ningún mono excepto a ti, por ello pensé en matarte y coger tu
corazón para que se lo coma mi mujer y así se cure.
A lo que le respondió el mono
diciéndole:
–– ¡Tortuga, amiga mía! ¿Por qué no me
has informado de esto cuando estaba encima del árbol? Porque nosotros ––en la
comunidad de los monos–– no llevamos nuestros corazones cuando salimos de casa
al encuentro de un amigo, lo dejamos en casa o con la familia. Para así no
enamorarnos de otras mujeres que nos intenten robar el corazón, incluso si nos
prendemos de ella. Entonces si me llevaras al árbol podría traerte mi corazón.
La tortuga creyó en las palabras del
mono y volvió con él al árbol. Cuando llegó, el mono, a la orilla, le dijo a la
tortuga:
–– ¡Vete, avaro! Tú no eres un amigo.
Ciertamente mi corazón está aquí, en mi pecho, y has perdido la ocasión, y las
ocasiones no vendrán dos veces.
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